Photo © Roland Lorente
Descripción
Fundado en 1957 por Ludmilia Chiriaeff, Les Grands Ballets Canadiens de Montreal desempeña un papel fundamental en la evolución de la danza canadiense. Se caracteriza por su habilidad inusual de mezclar la danza clásica con la contemporánea, gracias a su original repertorio. La compañía, bajo la dirección artística de Gradimir Pankov, ha conseguido una gran reputación internacional.
Les Grands Ballets Canadiens tienen en su historia actuaciones que han marcado un gran hito. Están basadas en importantes clásicos del siglo XIX, tales como Coppelia, Giselle y extractos de El Lago de los Cisnes. Sin embargo, a partir de los años setenta, el repertorio de la compañía empieza a incluir trabajos del siglo XX.
Junto a Fernand Nault, varios coreógrafos canadienses comienzan a trabajar con Les Grands Ballets Canadiens de Montréal; entre ellos cabe destacar a Brian Macdonald, director artístico de la compañía de 1974 a 1978, que creó importantes ballets folclóricos tales como Tam Ti Delam y Double Quatuor. James Kudelka, coreógrafo residente de 1984 a 1990, añadió al repertorio trabajos tales como In Paradisium.
Desde 1990, Les Grands Ballets Canadiens de Montréal han añadido a su repertorio un gran número de trabajos originales de grandes coreógrafos como: Edouard Lock; Jean Grand-Maître; Mark Morris, Nacho Duato; Jiri Kiylìan y Ohad Naharin, entre otros muchos. La compañía ha acogido a talentos tanto nacionales como internacionales.
GRADIMIR PANKOV – Director Artístico
Originalmente de Macedonia, Gradimir Pankov se ha dedicado a la danza durante más de 40 años. Después de una brillante carrera como bailarín en ex-Yugolasvia y Alemania, asumió sucesivamente el papel de director artístico en el Nederlands Dans Theater II (Países Bajos), en el Ballet Nacional de Finlandia, en el Cullberg Ballet (Suecia) y en el Ballet del Grand Théâtre de Ginebra. Gradimir Pankov ha sido también profesor invitado en algunas de las compañías de ballet más prestigiosas del mundo, particularmente el Ballet de la Opera Nacional de París, el Nederlands Dans Theater y el American Ballet Theater de Nueva York. Su trabajo como director artístico y profesor le ha dado la oportunidad de desarrollar lazos estrechos con muchos coreógrafos, incluyendo a Jirí Kylián, Mats Ek, Ohad Naharin y Christopher Bruce. Gradimir Pankov es director artístico de los Grands Ballets Canadiens de Montreal desde enero de 2000. Por su propia admisión, quiso convertir a los Grands Ballets Canadiens en una de las más excitantes compañías del mundo del ballet. Para hacerlo, planea reforzar la reputación de excelencia del grupo y crear un equilibrio entre ballet clásico y contemporáneo – entre respeto a la tradición y una voluntad de innovar.
Crítica
The New York Times – Crítica de danza
RECREACIONES CON UN PASADO CLÁSICO Y UN PRESENTE REVOLUCIONARIO.
Por John Rockwell
BECKET, Mass, 17 de agosto
Continúa la revolución de Gradimir Pankov en Les Grands Ballets Canadiens de Montreal, con resultados que cortan el aliento.
El Sr. Pankov, un macedonio que lleva mucho tiempo involucrado en compañías de ballet de la Europa Occidental, pasó a ser director artístico de la compañía canadiense en el año 2000 y desde entonces está removiéndolo todo. Comenzó añadiendo “de Montreal” al título de la compañía y, a partir de lo que fue antaño una compañía de ballet clásico, aparentemente cansada de serlo, el Sr. Pankov ha convertido la compañía en un bastión de la danza contemporánea europea.
Ello ha supuesto no solamente invitar a gran número de coreógrafos europeos (Jiri Kylian, Mats Ek, Ohad Naharin) para crear o recrear diversos trabajos, sino también animar a los talentos menos conocidos y reconstruir el conjunto de bailarines. La compañía actual todavía baila unas pocas obras de su repertorio que requieren técnicas clásicas y baile de puntas, sin que yo pueda juzgar cómo de bien lo hacen. Pero el cómo sus cuerpos se alinean y sus vívidas personalidades tocan casi la perfección en las dos obras que se presentan esta semana en el teatro Jacob’s Pillow.
Ambas son de coreórafos de los Países Bajos: “TooT” (2005) del holandés Didy Veldman y “Noces” del flamenco Stijn Celis. Ambos emplean figuras de payasos de cara blanca, maquillados como en el circo (puede que con alguna influencia del Circo del Sol de Québec). Ambas emplean unos largos bancos como escenografía. Todo el mundo va descalzo. El miércoles, “Toot” fue encantadora y “Noces” extraordinaria.
“TooT” dura unos 45 minutos y se supone que representa “la identidad, la individualidad y la relación del individuo con la sociedad” según las notas al programa de la señora Veldman. Tal dicotomía exige dos tipos de música: la brillante Suite de Jazz nº 2 deShostakovich (conocida también como Suite para una Orquesta de Variedades nº 1) para las escenas de circo y una música más serena e íntima del Cuarteto Balanescu, cuyo repertorio consiste en su propia música y sus versiones radicales de otros compositores, tanto populares como clásicos, para los pasajes más intimistas.
El resultado no cesa de ser ingenioso y divertido. Los ocho hombres y siete mujeres bailan y representan, componiendo a veces escenas de soledad y desesperación. Hubo también accesorios (bancos curvos formando la pista de un circo, plateados en uno de los lados; globos rojos), parlamentos crípticos y una gran cantidad de danza linda pero no demasiado linda.
“Noces” está montada sobre la pieza de Stravinsky con algo de voces a capella. El Sr. Celis se adapta al escenario original, familiar desde la coreografía original de Bronislava Nijinska, de una boda de campesinos rusos. Incluso diseña una escenografía (el interior de un granero de madera iluminado por dos candelabros) que evoca el folklore popular.
Pero pronto él y su brillante diseñadora de trajes Catherine Voeffray, junto con el diseñador de luces Marc Parent, toman el control de la obra. Hay 24 bailarines divididos de forma tajante en dos fuerzas opuestas, varones y mujeres, que se retan mutuamente (aunque, en la representación del miércoles, Anik Bissonnette y Callye Robinson representaron probablemente a la novia y el novio).
Más que de un emparejamiento se trata de una guerra. Los hombres llevan trajes negros (al quitarse los abrigos muestran camisas blancas) y las mujeres llevan sombreros con cintas tipo rabo de cerdo, corpiños y faldas blancas de seda. Las mujeres bailan con los hombres sentados de forma ostensible en los bancos laterales. Y luego se invierten estos papeles.
El efecto se aleja tanto del ballet clásico como puede imaginarse. Pero tampoco es moderno, es un género híbrido. “Noces” parece una danza popular de los Balcanes (¿Macedonia?), llevada a una intensidad delirante con una banda serbia de metales ejecutando música para una boda. La danza es cruda, a veces casi obscena, por la forma en que las mujeres levantan sus faldas y se arrojan contra los hombres o cómo se retuercen los cuerpos y se entrechocan violentamente en el espacio.
Si el resto de repertorio cultivado por el Sr. Pankov en Montreal es tan bueno como éste, deberíamos recibir de nuevo a estos magníficos bailarines lo antes posible.